Nos levantamos tempranos para ir a la parte brasileira. Está lloviendo y las calles están llenas de barro y muy resbaladizas.
Llegamos a la terminal de buses, dejamos en consigna nuestras mochilas y tomamos un bus a Foz do Iguaçú, paramos en la frontera y seguimos. El conductor es un capullo ya que le pedimos que nos deje en una parada donde pasan los buses que van al parque nacional y pasa y nos lleva hasta la terminal de Foz do Iguaçú, así que desde allí tenemos que volver a repetir la mitad del recorrido en otro autobús que ese sí no lleva a las cataratas. Cada vez llueve más suerte que el recorrido en la parte brasileira es bastante breve. El precio de la entrada al Parque Nacional do Iguaçú es de 37 pesos argentinos.
El Parque Nacional do Iguaçu, en Brasil, fue declarado por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad en el año 1986, dos años después de la nominación del Parque Nacional Iguazú, en Argentina. El área de visita está constituido por un único circuito de pasarelas que se encuentra de frente a los saltos, ofreciendo una vista panorámica realmente impresionante. El circuito mide 1200 metros con escalones.
A pesar de la lluvia, ver las cataratas desde este lado merece la pena. El agua cae con mucho más caudal y las vistas desde Brasil sirven para confirmar la inmensidad de Iguaçú, se pueden per todos los saltos y uno casi puede tocar el agua que cae de la Garganta del Diablo. Uno podría quedarse horas admirando semejante belleza, pero tenemos que salir “volando” pues a las 14:30 tenemos que estar en Puerto Iguazú para tomar el bus a Buenos Aires.
Chus, la reportera más dicharachera
Somos unos afortunados pues hemos visto las cataratas con sol, lluvia y con luna llena y todo gracias a unos Reyes Magos muy majos que nos lo regalaron el pasado 6 de enero porque fuímos muuuuy buenos
Muchas gracias Reyes Magos!!
Ya estamos una vez más de vuelta a Buenos Aires y nos quedan 18 horas sentados en un asiento de bus comiendo, escuchando música y viendo películas. Suerte que existen estos momentos en los que no nos queda más remedio que estar quietos sin hacer nada porque Xevi no me da tregua. Vaya ritmito…
Perdidos por el mundo 