Cuando suena el despertador a las 6 am nos arrastramos desde la cama a la ducha, pues si no nos duchamosno es posible que no nos despertemos y que se nos quede alguna cosa en el hostel.
Ya más despiertos recogemos todo y nos vamos a la terminal que está a 5 minutos caminando, allí gastamos nuestros últimos 25 pesos argentinos/5€ en chuches (chicles de diferentes sabores, caramelos, chocolates, galletas…) y subimos al bus que sale a las 7 am rumbo a San Pedro de Atacama por 170 pesos/34€ por persona.
Las 3 primeras horas las pasamos durmiendo y cuando abrimos los ojos ya no los podemos volver a cerrar pues el paisaje es brutal. Argentina nos despide como nos ha recibido; con su grandeza paisajística. Subimos hasta los 4.170 msnm siguiendo una carretera serpenteante no apta para personas con vértigo. Suerte que llevamos las hojas de coca para mascar, más de un pasajero nos pidió un poco pues se mareaban. Lo curioso del caso es que salvo una pareja de franceses, el resto es gente que se supone que viven en la zona y saben como va lo de la altura. Parecíamos dos buenos samaritanos repartiendo hojas de coca a los viajeros, total antes de llegar a la aduana chilena tendríamos que tirarla pues estos no se andan con bromas. Si nos montaron la brutal bronca hace unos meses por unas manzanas no nos queremos imaginar que podría pasar con las hojas de coca…
La carretera serpenteante
Hoy dejamos Argentina, después de idas y venidas durante casi 4 meses. Creemos que podemos decir que es un país que conocemos más que muchos argentinos. Hemos viajado de norte a sur y de este a oeste, hemos ido a lugares que no están en las guías de turismo. Hemos visto paisajes bellísimos, casi un centenar de Patrimonios de la Unesco, …
Hemos visto animales gigantescos, trozos de hielo impresionantes, ríos grandes y pequeños, lagos de mil colores, montañas nevadas eternamente, volcanes, formaciones rocosas para dejarse la imaginación, con formas y colores que ni el mejor artista podría imitar.
Las ballenas en Puerto Madryn
El impresionante glaciar Perito Moreno
Las Cataratas de Iguazú
Uno de los 7 lagos en Bariloche
El Cañón de Atuel
El Chalten o Fitz Roy Volcanes en la Payunia
Impresionantes formaciones rocosas en Talampaya
El cerro de los 7 colores en Humahuaca
Hemos estado en el Fin del mundo, en el Valle de la Luna, en una Suiza argentina (Bariloche), En los viñedos más australes y en los más altos. Hemos conocido Argentina y los argentinos. Unos, arrogantes, engreídos, machistas, prepotentes y otros, humildes, serviciales, atentos, amables y maravillosos. Al fin y al cabo gente de todo tipo como en todas partes. Pero ante todo sabemos que allí donde haya un argentino habrá un asado y una larga jornada de debates sobre política, corrupción y crisis. Tema recurrente donde quiera que estemos en este gran país del que nos despedimos con alegría.
El fin del mundo en Ushuaia
En el Valle de la Luna
Los viñedos más australes
Los viñedos más altos del mundo
A las 13 horas ponen nuestro último sello a la salida del país. La entrada en el norte de Chile es igual de fascinante. Vamos dejando atrás la gran altura y nos vamos encontrando el horizonte blanco de las diferentes salinas, volcanes y mucha, mucha aridez. Este cambio de paisaje donde solo aparecen unos cuantos matorrales indica que estamos llegando a Atacama.
Las salinas
Vistas desde la Puna a más de 4.000 metros de altura
A las 17 horas estamos en San Pedro de Atacama y allí mismo está la aduana chilena. Bajamos del bus con todas nuestras cosas, pasamos el típico y retorcido control chileno y al atravesar la puerta ya estamos en el pueblo. Nos asedian varias personas ofreciéndonos habitación pero preferimos probar suerte por cuenta propia. Después de preguntar en dos lugares ya nos hemos decidido. Encontramos un sitio muy apropiado a San Pedro. Son unas casitas de adobe con techos de paya y dispersas en una parcela apartada de la carretera, con sus árboles y sus mesitas al aire libre. Genial!!
Cada casita es una habitación con detalles muy tradicionales de la zona. Nos sale la noche por 16.000 pesos/21,3€ sin desayuno y con baño compartido y derecho a cocina.
Nuestra cabañita
Dejamos las cosas y aprovechando la luz del día vamos a pasear por el pueblo que es pequeñísimo. Es como una aldeíta de casas bajas y de adobe con una plaza arbolada y la iglesia de color blanco. Las calles arriba de la iglesia son donde viven los lugareños y las que están en el entorno de la iglesia y más abajo es todo puramente turístico. Restaurantes, casas de cambio y una infinidad de agencias de turismo. No quiero imaginarme San Pedro de Atacama en 4 o 5 años!!
Como no hemos comido nada en todo el día entramos en un restaurante para turistas a comer algo. Tienen una gran chimenea, así que resulta ideal pues afuera ya se ha ido el sol y hace un frío para morirse. Es lo que tiene el desierto!!
El restaurante está lleno de turistas. Cuando nos dan la carta resulta gracioso porque hay una nota que dice que como en Atacama no hay bares registrados, todo aquel que pida una consumición tiene que comer aunque sea una tapita. Curioso o no?? No saben lo que van a hacer para conseguir unos dólares más!! Otro detalle curioso es cuando pedimos la cuenta, pues suman la propina (un 10%) al total poniendo el concepto como OPC. (opcional) y como el 99,9% no sabe de qué va el tema, paga todo sin “opción”.
Al salir del restaurante vamos corriendo para nuestra cabañita de adobe. Hace un frío infernal y la calle se ha quedado desértica de repente. Este lugar parece un desierto, jejeje!!
Ya dentro de la cabaña descubrimos que estas construcciones son bastante inteligentes y conservan el calor más que el cemento y el ladrillo pero aún así también hace frío. Pero Xevi y yo hemos encontrado la solución para evitarlo: en Argentina nos hemos “agenciado” una estufita y hoy vamos a ponerla a prueba. No más frío por las noches!! La enchufamos y comienza a salir el calorcito, pero en 10 minutos nos quedamos sin luz. Ha caído la corriente en todo el complejo!! Nos hacemos los tontos y salimos a preguntar qué ha pasado y nos comentan que hay sobrecarga en la red seguramente porque se han encendido dos calentadores al mismo tiempo, si ellos supieran… Suben el diferencial y se hace la luz. Lo intentamos de nuevo con menos potencia calorífica y aguanta más o menos una hora hasta que vuelve a saltar el diferencial. Nos esperamos y en 5 minutos ya está nuevamente solucionado así que encendemos la estufa al minimísimo de calor, algo es algo!! Y no vuelve a haber problemas.
Nos quedamos dormidos súper a gustito imaginándonos el frío que pasaríamos sin nuestra estufa. Nuestra verdadera mascota!! Es una carga más, pero la que menos nos pesa.