Ayer además de pasear también hemos comprado una excursión en camello al desierto del Thar pasando la noche en las dunas y como Xevi nunca ha visto un desierto de los de verdad y no ha montado en camello toca probar la experiencia por la que pagamos 850 INR/15,2€ cada uno con todo incluido y un camello por persona. 26 horas fuera de Jaisalmer o como dicen los indios una excursión de 2 días.
Así que hoy a las ocho y media de la mañana salimos en un jeep a las afueras de Jaisalmer con otras 6 personas entre ellas dos madrileñas majísimas, Almudena y Malú.
Después de 45 minutos llegamos a un lugar donde nos esperan unas 6 personas y nuestros camellos. Simon para mí y el enorme Mr. Wind para Xevi. Cargan las aguas, la comida, mantas, etc y comenzamos nuestra cabalgada totalmente apartados de la civilización.
Simon el camello de Chus Y Mr Wind para Xevi
Lo único que nos encontramos en nuestro recorrido son varios campesinos con sus cabras y vacas, cientos de torres eólicas, algún poblado con niños salvajes y maleducados y poco más. Lo de los niños resulta de lo más extraño. Es la primera vez en nuestra vida después de viajar tanto (creo que ahora ya lo podemos decir) y a lugares mucho más aislados que este que nos sucede que unos niños nos reciben tirándonos piedras e insultándonos mientras a sus madres parece divertirles. Generalmente suelen alegrarse, quieren jugar, hacerse fotos, te piden caramelos, bolígrafos o dinero pero lanzar piedras y pedir dinero es lo único que saben hacer estos “capullos” en miniatura.
El supuesto desierto. Un poco verde, no!! Cabalgamos y nos reventamos el culo Bebiendo de un pequeño oasis Uno de los campesinos resguardándose del sofocante solLlegando al el “interesantísimo” pueblo El precario pueblo, sus simpáticos habitantes mejor no mostrarlos
A las 3 horas de travesía y con el culo bastante destrozado nos paramos en una sombra para almorzar y descansar mientras pasan las peores horas de sol. Más de 3 horas parados bajo unos árboles resulta de lo más aburrido, suerte que con las primas madrileñas podemos tener alguna conversación interesante pues el resto del grupo es de lo más soso y además estamos dándonos cuenta que esta excursión de tantas horas por el falso desierto es una auténtica pérdida de tiempo. Pero todo sea por montar en camello y escaparnos del mundanal ruido.
Aperitivos de colores, comenzamos bien!! Charlando con Almudena y Malú Uno de los muchos escarabajo peloteros que rondan la zona
Después de la comida a base de chapatis y dal (una especie de sopa de lentejas) y unas cuantas horas de “siesta” reemprendemos nuestra ruta por el desierto más verde que haya visto en mi vida. En nuestro imaginario siempre pensamos en dunas de arena o por lo menos bastante aridez pero en este parece ser que lleva varios días lloviendo y hay una frondosa vegetación y un montón de arbustos con flores que le abren el apetito a nuestros simpáticos camellos. Cada dos por tres se paran y dispersan para comer cada uno de su árbol preferido.
Continuamos camino Almudena con mama camello y su hijito El “árido” desierto Más y más ruta Pasamos por otro oasis
Sobre las 17 horas comenzamos a ver las primeras dunas, … las únicas dunas a la redonda así que es ahí donde acampamos, vemos una puesta de sol sin sol, cenamos más dal y chapati, saciamos la sed con la calentísima agua de nuestras botellas de plástico que rellenamos de una enorme que ha viajado a pleno sol sobre los lomos de uno de los camellos y sobre las nueve de la noche cada cual nos buscamos un trozo de duna para ver las estrellas y dormir. Nos dan las mugrientas mantas que protegían nuestros culos y por suerte nos hemos traído con nosotros los sacos-sábana que nos ha hecho la mami de Xevi porque el olor a camello se hace insoportable.
Llegando a las ansiadas dunas Las auténtica aunque pequeñas dunas
Las madrileñas se acoplan a nosotros en un pedazo de arena, preparamos nuestras improvisadas camas y el tema de las estrellas resulta poco atractivo por varias razones. Hay vida a menos de 20 km a la redonda y eso significa que hay bastante luz por lo que el cielo no se puede disfrutar como cuando se está realmente en el desierto o en un paisaje solitario y además hay muchas nubes. Suerte que conseguimos ver un par de estrellas fugaces.
Buscamos un solitaria duna para descansar
Parece que esta excursión al desierto parezca un chasco, pues sí, realmente es una “caca”, no tiene nada de espectacular salvo el hecho de montar en camello y dejarse el culo y los riñones en el intento y poder dormir sin ningún ruido de ventilador, aire acondicionado u otros motores. Por suerte a los camelleros totalmente fumados no se les ha dado por cantar, jeje!!