Nos levantamos a las 8:30, recogemos nuestras cosas y vamos a buscar nuestro cochecito, un Renault Clio rojo nuevísimo. Solo tiene tres meses. Llevamos las mochilas grandes al otro hostel de Salta y empezamos ruta al Cafayate por Cachi. Es un recorrido lleno de magia. El 90% de la carretera es sin asfaltar. Es por eso que decidimos hacer la ruta en 3 días, con calma y disfrutando de cada momento.
El pueblo de Cachi nace en la unión de los ríos Cachi y Calchaquí. El pintoresco poblado forma parte del Valle Calchaquí, estando rodeado de cerros y montañas pertenecientes a la Precordillera de Los Andes. El poblado posee un estilo colonial, mezclado con lo que dejaron de herencia sus primitivos habitantes. Posee una plaza central rodeada de calles adoquinadas y casas con bases de piedras, paredes de adobe revestidas de cal y arena de color blanco, rejas de hierro forjado, techos de cardón o caña cubiertas con barro.
Después de 40 km por carretera pavimentada pasamos a la de ripio (sin asfaltar) y a los 5 kilómetros nos encontramos con que tenemos que atravesar un riachuelo. También se nos cruzan un montón de cabras salvajes enfrentándose entre ellas mientras suben la montaña. Esto promete!!
Nuestro coche
Primeras vista del recorrido
Cabras en el camino
Otras cabras peleándose
Constantemente seguimos un recorrido bordeando montañas de diferentes colores, donde destacan las formaciones de terracota coronadas por cientos de cactus llamados Cardones. De forma crepitante comenzamos a ascender por una ruta repleta de curvas sinuosas llamada la Cuesta del Obispo. Su punto más alto se encuentra a 3348 msnm y se llama Piedra del Molino. A esta altitud comienza a dolerme la cabeza hasta tal punto que parece que me va a estallar. Definitivamente tenemos que comprar coca para superar el mal de altura, pues esto no ha hecho más que empezar. Por suerte a Xevi no le afecta y puede seguir conduciendo. Es una máquina!! A pesar del dolor de cabeza no podemos dejar de contemplar desde las alturas el paisaje vertiginoso que vamos dejando atrás. Un verdadero paseo por las nubes. Desde ahí nos desviamos al Parque Nacional los Cardones donde no encontramos ni uno. Solo unas formaciones rocosas espectaculares desgastadas por el paso del tiempo y la erosión del viento. Es un lugar muy especial, tanto que recibe el nombre del Valle Encantado, pues parece sacado de “La historia interminable”. Pero cardones ni uno. Nos encontramos con otras personas que también los están buscando pero resulta en vano. Supongo que todos nos esperábamos encontrar miles de cactus, sobretodo porque en toda la ruta hay muchísimos sin ser el Parque Nacional de los Cardones. Que se espera uno encontrar en un lugar llamado así? Cardones, verdad. Pues no!! Ni uno.
Primeros cardones
Quebradas espectaculares con cardones
Vista de las increíbles montañas
La sinuosa carretera
Mirador del parque nacional los cardones
El valle encantado
La piedra del Molino a 3348 metros
Volvemos a la ruta 33 y retomamos las curvas interminables, dejando atrás un paisaje inolvidable. Después de ese zig-zag en constante escalada, la ruta se transforma en una planicie infinita llamada la Recta de Tin Tin, construida por los Incas en una época en la que no existían métodos de precisión tan sofisticados como ahora pero que misteriosamente es una verdadera línea recta en la cima, casi tocando el cielo a más de 3.300 metros de altura.
La Recta de Tin Tin
Se pueden ver a lo lejos las nubes reposando en la carretera, mientras que a nuestro alrededor más cardones y montañas de colores.
Cardones, aquí si que están!!
Los cardones con la espectacular montaña
Otro mega cactus
A los 147 kilómetros nos encontramos un pueblecito con casas construidas en adobe. Su nombre es Payogasta y aquí parece ser que se encuentran las viñas más altas del mundo a más de 3.000 metros, decidimos buscarlas y para ello preguntamos a un local que nos informa muy amablemente, así que decidimos acercarlo a su casa para devolverle de alguna forma el favor hecho por algunos argentinos que también nos llevaron en coche gratis. En esos 15 minutos con el lugareño aprendemos más cosas que en los dos días en Salta.
Son gente mucho más humilde que el resto de argentinos, con rasgos indígenas muy marcados y que a pesar de la conquista española siguen adorándonos y se refieren a España como “La madre patria”.
Ruinas en el pueblo de Payogasta
Después de dejar al hombre en su casa que nos lo agradeció eternamente fuimos en busca de las viñas y las encontramos, son de Bodegas Colomé y se llaman El Arenal.
Las viñas más altas del mundo de la bodega Colomé
Entorno de una nueva bodega llamada Viñas de Payogasta
Después seguimos hacia Cachi y ahí estuvimos media hora visitando la plaza principal, la iglesia hecha con elementos ornamentales a base de cardón, incluso los confesionarios y los marcos de los cuadros. A la salida de la iglesia vemos el agua bendita es una gran ánfora de cerámica. Curiosísimo!!
Plaza principal
Iglesia
Interior de la iglesia
Confesionario de cardón. Cuántos pecados!!!
Ánfora de agua bendita
Cachi es un pequeño pueblo muy tranquilo con un gran hotel blanco en una colina y la estatua de un indio protegiendo el paisaje.
Estatua del indio
Después de las fotos de rigor y una visita a una pequeña vinoteca retomamos la ruta hasta Molinos donde pasaremos la noche. Anochece por el camino donde dejamos atrás casitas de adobe que comienzan a iluminarse a medida que desaparece la poca vida en la calle.
Continuamos por la sinuosa carretera. Véase señalización
Después de unos tortuosos 45 minutos, por fin llegamos a Molinos. Un pequeñísimo pueblo completamente adoquinado de piedra. El lugar consta de una plaza principal de donde parten las 4 o 5 calles más importantes. Damos varias vueltas hasta que encontramos el hostal que habíamos reservado. “Los Cardones de Molinos” por 70 pesos/14€ la noche con desayuno incluido. Un lugar muy agradable con detalles de cardón por todo su mobiliario, mesita de noche, lámpara, silla, techos, marcos de cuadro, e incluso el WC. Dejamos las mochilas y preguntamos por un sitio para cenar. Solo hay 2 de los cuales uno está cerrado así que la elección es fácil. Nos vamos al restaurante “Los 3 chinos” y pedimos unas empanadillas y un bife de chorizo (solomillo) con patatas fritas y una cerveza Salta. Todo por 25 pesos/5€. Cuando miramos el reloj todavía son las 21 horas así que nos subimos al coche y nos vamos al lado de la iglesia donde está el hostal más importante de Molinos para robarles la señal de Internet y contestar algún mensajito. Cada vez es más difícil el tema de Internet.
Molinos está ubicada a 116 km de Cafayate, y es una población serrana de los Valles Calchaquíes, fundada a mediados del siglo XVII, en la confluencia de los ríos Humanao y Luracatao. Su trazado es irregular, con casas de adobe y tejados de tierra, con galerías y pórticos. Se destaca la iglesia parroquial, monumento histórico, construida en 1639.
Detalles de cardón en la habitación
A las 11:30 de la noche ya estamos en camita, sin calefacción pero con un montón de mantas.
Perdidos por el mundo 